Cómo afrontar el primer día de Escuela Infantil

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Estamos a las puertas de un nuevo curso, la vuelta al cole siempre genera esa sensación de nerviosismo e ilusión, a partes iguales, que trae consigo la incipiente llegada del otoño. ¿No os pasa? Lo hablaba con Erico el otro día, enseguida nos cansamos del frío y del entretiempo y deseamos la llegada del verano, la playa, las vacaciones, los helados… Pero cuando va acabando agosto y empieza septiembre las ganas de la rutina empiezan a aparecer. De ojear revistas con las nuevas colecciones de ropa, del catálogo de Ikea, de cambios de armarios, café calentito, de preparar Halloween, de las primeras mantitas de sofá… Y de volver al cole. Para algunos, de empezar por primera vez.

Los cambios siempre preocupan más a papás y mamás que a los peques. Solemos gestionarlos peor nosotros que ell@s, lo tengo comprobado. Pero comenzar en la Escuela Infantil es un paso importante, sobre todo si es el primer curso y la primera vez que los dejamos allí y nos tenemos que separar de ellos varias horas. Hoy os quería contar mi experiencia, puesto que la semana que viene Marta “volverá a empezar… otra vez” (que canción tan pegadiza ;)) por tercera vez, en la Escuela Infantil. Este será su segundo curso en la escuela de Elche porque ya pasó uno en la de Madrid cuando vivíamos allí y yo me incorporé al trabajo.

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Ya sabéis que estoy totalmente a favor de la escuela infantil y os lo argumenté en este post, pero me habéis escrito por Instagram pidiéndome que contara cómo se lleva la adaptación y los primeros días. Y yo, que soy toda oídos, me pongo a darle a la tecla.

Si es el primer curso, tengan la edad que tengan –especialmente si tienen meses- será duro. Ánimo, paciencia, y –sobre todo- tranquilidad. Es muy importante transmitirles, sean bebés o niñ@s, que la Escuela Infantil es un lugar maravilloso, donde van a conocer (o encontrarse con) amigos, donde aprenderán cosas nuevas, jugarán con pinturas, plastilina, pinceles… Por muy triste que te sientas por ese momento de separación, no se lo demuestres. Intenta contagiarles ese sentimiento de emoción, esa sensación de seguridad… Tan importante para ellos.

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Cuando dejé a Marta por primera vez, con 5 meses, lógicamente lo pasé yo peor que ella, hicimos un par de semanas de adaptación progresiva, el cambio no fue “de golpe” y eso hace que te vayas concienciando poco a poco y vayas probando qué funciona mejor en cosas que te preocupan cuando son tan pequeñit@s; el tema de la alimentación, por ejemplo. Ya sabéis que yo al principio le daba exclusivamente leche materna, me la sacaba y la llevaba al cole al día siguiente (os lo recuerdo en este post). Las educadoras iban probando con distintos biberones (Marta no quería bibe), hasta dar con la mejor manera de darle la comida (con un poquito de cereales y cuchara). En cualquier caso, los días de adaptación progresiva para mí fueron básicos. Veréis que ell@s se adaptan genial tan pequeñ@s, es raro que con 4-5 meses lloren por la separación. Esa crisis es posible que la viváis a los 8-9 meses, cuando son conscientes de que papá o mamá se van. Una vez más, ánimo y paciencia, el disgusto se les suele pasar enseguida y, cuando os queráis dar cuenta, es el momento de recogerlos y estar junt@s de nuevo.

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Cuando dejé a Marta por segunda vez, con un año, en la nueva escuela, la adaptación fue dura la primera semana, no os voy a engañar. Yo ya estaba más tranquila porque ya había descubierto tooodos los beneficios de la escuela infantil, pero ella ya era más mayor, habíamos pasado el verano juntas, todo era nuevo… Y le costó. Los primeros días lloraba mucho, llegó a vomitar del disgusto, no quería dormir allí. Pero os aseguro que fueron SOLO unos días, que a la semana siguiente parecía otra niña y nunca más tuvo problema en ir al cole, durante todo el curso. Al revés, hubo veces que alguna de sus abuelas fue a recogerla y se resistió a salir de allí porque estaba realmente a gusto. Os recomiendo, una vez más, que intentéis transmitirle siempre lo chulo y divertido que es ir al cole, que le habléis de sus amigos, de los juegos, etc. Para que nunca vean que nos da “pena” que se queden allí. También os recomiendo que nunca les mintáis. Que no les digáis: Mamá va a por el pan y viene o voy a por el coche y vengo a por ti. Es mejor ser sinceros: mamá va a trabajar y luego nos vemos. También os aconsejo que no alarguéis el momento de angustia por separación. Un beso rápido, entregamos la bolsita con las cosas y nos vamos. Si tenemos que hablar algo con la educadora podéis hacerlo, pero si no es importante, mejor comentarlo en el momento de recogida para evitar que la niña o el niño estén sufriendo.

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En unos días dejaré a Marta por tercera vez y, estoy segura de que tendremos que pasar, de nuevo, por un proceso de adaptación. Aunque ha ido a la escuela de verano, un mes y medio de vacaciones es mucho tiempo y ellos se acostumbran rápido a todo. Pero, del mismo modo, sé que pronto estará de nuevo metida en la dinámica del cole, que se alegrará infinitamente de ver a su tata y a sus amigos y que volverá a ser más duro para mí que para ella. Ánimo y paciencia, no queda otra. Son etapas y lo bonito es vivirlas y superarlas junt@s.

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